martes, 12 de mayo de 2015

El segundo aliento

Repasemos tu ficha:
   Estado civil, casado.
   Dos hijos.
   48 años de edad.
   Parado de larga duración.
   Conocimientos en Nuevas tecnologías.
   Nivel básico de inglés.
   No dispone de titulación universitaria.
   20 años de experiencia como técnico informático.
Cada mañana espero el  eco  del último portazo. Sorbo el vacío que me rodea. Me  incorporo.  Tomo aliento sólo para llegar a la cocina.  Enfrento  mi imagen  un día más.

He establecido una rutina. Un horario que me salva de la decadencia y la dejadez del no tener ocupación. He rescatado mis viejas zapatillas y esa estrecha camiseta de correr. Sudo. Escupo la rabia y la impotencia que me corroe. Como si en cada paso pudiera dejar atrás lo que siento. No escucho  mi dolorido cuerpo que se queja para que finalice el tormento. Y por fin acontece.
Anhelo este milagro cada día.  El interruptor se acciona. No sabría definirlo con precisión. El dolor amaina. Los pensamientos cesan. La nada se abre paso ante mí. Ha llegado. Empiezo a disfrutar del segundo aliento. Vuelvo a creer que todo es posible. Se apodera de mí un optimismo casi pueril. Vivo y respiro por este momento. Ahora tengo cuerpo, un recipiente contenedor de ese vapor que unos minutos antes se diluía, esparcía y agolpaba nubes debajo de mi cuello. Percibo todo mi contorno, por fin puedo notar un pecho al respirar y la robustez de unos pies sobre el suelo. Ando hacia una dirección, aunque aún no sé cuál es, pero me fío de mis ojos porque ya no parecen tan ausentes e incluso han comenzado a sonreír. También siento las manos y no dudo de que se vayan a aferrar a todo aquello que merezca la pena. Por fin me puedo ver.
Me doy una ducha para notar con más intensidad el contraste de los golpes de agua en mi nuevo cuerpo. No deja pasar nada porque ahora es consciente de la importancia del tesoro que protege dentro. En algún momento siente miedo de que esa misma agua también se lo lleve todo… sin embargo, cada vez tarda más tiempo en desaparecer.
Siempre existe un segundo aliento, aunque duela como nunca antes. Aunque parezca que hemos tocado un fondo lleno de podredumbre.  El segundo aliento existe. Es la energía que surgiría si de pronto la necesitaras. Si tu vida dependiera de ello. Si un feroz animal  corriera trás de ti. Es una energía que no es tuya y sin embargo te pertenece. Es un rincón de tu alma al que no siempre tienes acceso. En él, algo muere y algo renace. Y desde ahí nos ampliamos, porque surge una parte desconocida que nos muestra que lo podemos conseguir. Somos más. Las preguntas imposibles que nos hacíamos, camufladas en falso cuidado, son atravesadas y desaparecen. No nos protegían de un peligro, sino que eran caras fantasiosas del miedo.  Cuando ya no gastamos la energía en sortear esas zancadillas podemos reaprovecharla para por fin llegar. Con una sonrisa.
By Julio y Pilar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por colaborar, cualquier comentario será bienvenido:

Enlaces relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...